Puff y se me olvidaba, que yo he venido a correr.
Pues eso, el Ultra en si es lo de menos, lo interesante es
disfrutar del viaje y todo lo que acompaña.
Primer 1/4, colocarse en carrera.
La salida a las once de la noche me gusta, y más en esa
época. La noche no dura nada y cuando amanece te da un subidón que flipas. De
Dani me olvidé pronto, sabia que salvo debacle suya no le iba a ver en toda la
carrera. Pero Alejandro, era de los que
a ratos, puede que estuviésemos juntos. Salió escopetado y pasé de él, yo a lo
mío me decía una y otra vez. Nada mas empezar a subir veo que me sobra ropa y
tengo que parar a quitarme la camiseta de manga larga que llevo debajo. Pensé
que la llevaría durante toda la noche puesta, pero no. La temperatura era agradable
en el bosque y me sobraba. Tras esta inicial cuesta hay un tramo de travesia en
media ladera muy corrible, y rápido se me olvidó lo de “tranqui que queda
mucho”, de repente, justo en el momento de empezar el primer descenso, pino y
por senda, pasé a Alejandro. Fue toda una sorpresa, pensaba que estaría mas
lejos porque este sale a fuego hasta reventar. Esa bajada la tuve que hacer
tranqui. Era complicado adelantar, así que no merecía la pena arriesgar los
tobillos en los primeros km. La estrategia era pasar la noche sin incidentes que para ir deprisa ya
teníamos luego todo el día.
Una vez alcanzado Alejandro, sin querer, no hacía falta
hablar nada, estaba claro que íbamos a pasar la noche juntos. Sin ir de la
manita, porque todavía había mucha gente a nuestro alrededor, pero si que
íbamos a estar pendiente el uno del otro en todo momento. El primer
avituallamiento no teníamos muy claro el lugar exacto donde se ubicaba, pero al
ser el primero nos daba lo mismo…que mas da el 15km que el 20km. En él nos
juntamos y salimos al unísono, también con Fernanda Maciel. Ella marcará mediante
jadeos la siguiente subida hasta el Forc. Son Forca. Las subidas me las tomo
tranquilo, pero las bajadas siempre me desato. Mas tarde lo pagaré pero por el
momento disfruto. A pesar de ser de noche con el faro de martxitxaco (frontal del
que próximamente haré una entrada) veo que te cagas en las bajadas. Alejandro y
yo vamos haciendo la goma. Se me va un poco en las subidas, le pillo y le saco
un poco en las bajadas. Casi llegando a
Federavecchia paso al gran Javi Dominguez, andando, con una cojera
considerable. En el avituallamiento se lo comunico a sus amigas(aquellas vascas
que nos encontramos en la oficina de turismo), como un poco, cargo agua, espero
un poco a Alejandro a que cargue y …..Fernanda? ha pasado de largo, se ha
cambiado de mochila y ya no la veremos el pelo.
Segundo ¼. Mantenerse.
De nuevo subida. Piano, piano que esta es larga, aunque dividida
en varios tramos. Nos cuesta coger ritmo, pero lo conseguimos. En esta parte de
la carrera vamos juntos pero solos, y a ratos acompañados de otro. Ya no
existen esos pelotones ni esas hileras
de luces. Tras el primer tramo de ascenso había unos 5km “llanos” de esos que
me gustan. Senda sinuosa, con muchas raíces y continuos subeybajas que no te
dejan coger ritmo y que a la gente se le atragantan. A mi me gustan. Me lo pasé
pipa. Al llegar al lago Misurina (45km), precisamente donde el camino se abría,
me pegó un bajonazo de impresión. De ir corriendo en zona complicada a ir
andando en zona fácil y llana. Tomé la decisión de decir adiós a Alejandro y
que cada uno continuase a su aire. Yo era incapaz de mantener el ritmo que habíamos
llevado hasta ese momento. Nada mas rodear el lago la senda se empinaba de nuevo
y ya no pararía hasta el Ref. de Auronzo. Se me hizo dura la cuesta. Ahora lo
pienso y no sé porqué no me tomé ningún gel en ese momento, pero mas que la
noche, lo que me confundió fue el amanecer. Son de esas cosas que a posteriori
lo ves todo muy fácil, pero en carrera no se piensa igual. En Auronzo estaba la
bolsa que habíamos dado a la organización y yo solo pensaba en el bocata de
jamón que me esperaba. Como todo lo malo no puede llegar solo la Fascia-lata me
empezó a dar guerra. Sabía que tendría que acarrear con los dolores pero no tan
pronto. Poco a poco conseguí llegar a Auronzo. Y decidí tomármelo con calma. Cambiarme
de ropa y ponerme seco, y avituallarme bien (mi bocata de jamón venido desde
casa, sopa calentita, queso y ya no recuerdo que mas) era en ese momento lo
importante para poder llegar a meta.
La
salida del refugio era durísima. No sé que temperatura habría pero el viento
frio a 2500m a las cinco y media de la mañana era impresionante. A los diez segundos
de haber salido tenía una tiritona que me hacia pensar en darme la vuelta. Llevaba
toda la ropa puesta salvo la malla pirata. Gorro, guantes, manga larga encima de
la manga corta y el impermeable. Rodear las tres cimas de lavaredo al amanecer es
algo que no se olvidará fácilmente. Esas moles calizas con el cielo rosa de
fondo son espectaculares. A partir de ahí tenía mil metros de desnivel
negativo, justo lo que peor te va para la fascialata. Ya todo daba igual, las
pulgas se habían hecho las dueñas de mi cuerpo y una vez abajo…. para colmo me
pierdo. Mejor dicho, sabía donde estaba pero no estaba en el recorrido. Me pasé
un cruce sin darme cuenta y cuando ves que llevas un rato sin ver marcas es
cuando te das cuenta que algo no va bien. La verdad es que era una zona fácil y
sabía como llegar al recorrido de nuevo sin dar la vuelta, así que a sumar
otros tres km de mas.
Tocaba un llano paralelo a una carretera que se hizo eterno.
Cinco kilómetros mas los tres de perdida me pareció una media maratón. ¡Qué
pestiño! Pero, es como un enlace entre dos macizos. En el avituallamiento de
cimabanche me tome un respiro y me recuperé mentalmente, porque físicamente iba
hecho unos zorros ¡Y quedaba la mitad de la carrera!
No hay comentarios:
Publicar un comentario