"Caminante no hay camino, se hace camino al andar"

"Caminante no hay camino, se hace camino al andar"

si vas corriendo, más camino andarás.

domingo, 18 de octubre de 2015

Lavaredo.... para terminar andando.

Tercer ¼. Aguantar.
Ya tenía asumido que me iba a costar llegar a meta, pero no es fácil tumbarme. En las ascensiones no tenía dolores y ahora tocaba subir, solo esto era un alivio. Lo que cambia un ultra….hace unas horas estaba deseando bajar y ahora era todo un suplicio. Rompí a sudar y subí como nunca a la Forc. Lerosa. En el descenso es donde sufría. Yo andando y todo el mundo corriendo. Al dolor de la Fascia se le unía un dolor en los empeines que no sabía identificar. Probé a soltarme los cordones de las zapatillas, pero nada. Los descensos eran un imposible y lo bueno era que llegaban quince kilómetros cuesta arriba. Subir todo un valle hasta el horizonte, con un pequeño avituallamiento de agua cerca del final en el que tienes que vadear el rio varias veces por donde puedas, con mayor o menor suerte en el intento. En una subida tan larga te pasa de todo, desde encontrarte como un toro a sentarte en una piedra a descansar un rato porque no ves el final. El segundo bocata de jamón cayó allí, en el avituallamiento de agua. Un poco mas arriba estaba el collado, y la bajada para joderme mas la cabeza. Era un imposible correr. La gente me pasaba y yo sufría por no poder correr. El dolor de empeines estaba cerca de ser insoportable cuando llegué al coll de la Gallina.
Tres cimas desde Misurina. Al día siguiente.
Cuarto 1/4. Sufrir.

En este avituallamiento además de comer y beber me tuve que dar un baño de ánimos. Necesitaba que alguien me ayudase psicológicamente así que hice una llamada de emergencia a Juanra. Este me dío la fuerza que necesitaba para no abandonar. No sé que habría pasado si no llego a hablar con el, pero estaba agotado mentalmente y me dio animos y experiencia para continuar. El recorrido hasta el Passo Giau lo habíamos hecho unos días antes y a estas alturas de un ultra es muy importante. Se me pasó en un pis-pas y cuando me quise dar cuenta estaba charlando con las vascas en el km102. Me vieron llegar andando y se ofrecieron a bajarme en coche a Cortina. La vez anterior que nos habíamos visto era el 33km y yo iba corriendo en la parte delantera del pelotón. La oferta era como para tenerla en cuenta. Retirarte y que te lleven al hotel inmediatamente es un lujo, pero la cabeza ya estaba recuperada. Despues me acordaría de la oferta pero en ese momento ni por asomo me iba a retirar. Quedaban solo 18 km. ¡Y casi todo cuesta abajo¡ Cualquiera pensará que no queda nada, pero para mis dolores de empeines era lo peor. Solo quedaba una pequeña sorpresa en forma de muro de unos 100m de desnivel y luego 15 km descendiendo andando dentro de una tormenta de verano en alta montaña, con rallos y truenos cercanos. No sé donde tengo el límite del dolor pero estuve muy cerca. 

Finalmente 20h 23´. Las sensaciones en meta fueron de derrota. He llegado, pero el ultra ha podido conmigo. Al día siguiente apenas podía andar de la inflamación de los flexores de los pies.

Hoy, visto con tiempo, puedo decir que acabé a pesar de todo.


Librillo de preparación del recorrido.




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