"Caminante no hay camino, se hace camino al andar"

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si vas corriendo, más camino andarás.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Vuelta al Midi d´Ossau. Su primer trekking.


Este blog principalmente trata de cosas del correr. De vez en cuando trato sobre otros temas que en este caso es viajar por la montaña andando.
Iba a ser nuestro primer trekking en familia, aunque no era la primera salida a andar por pirineos. Ya el año pasado subimos y bajamos a unos cuantos refugios de montaña en el Valle d´Aran, pero esto iba a ser diferente. Tres días seguidos, haga frio o calor, durmiendo en los refugios, comiendo lo que te pongan los guardas, con la mochila y todas las pertenencias a la espalada. Una experiencia fascinante para los chicos.

El Midi d´Ossau es un monte mágico, con una atracción similar a la del Cervino. Salvando las diferencias de tamaño y dificultad, los dos emergen solitarios como guardianes del valle. Fue mi primera ascensión pirenaica y lo recuerdo como algo muy especial.


La ruta que le circunvala no tiene especial dificultad, pero tampoco es un paseo. Las etapas están muy claras. Son tres; dos de ellas son cortas y la de en medio es más larga, con suficientes atractivos como para deleitarse por el camino. Eso si, lo que iba a ser una novedad para los chicos era afrontar que tenían que llegar al refugio, que uno no se puede dar la vuelta cuando está cansado y la verdad es que lo afrontaron muy bien.
Arantza y yo cargábamos con todo lo necesario en las mochilas pero Gala y Elio no iban de vacío, cada uno de ellos llevaba su propia mochila con sus cosillas personales y lo mas importante, agua y comida a mano, para no tener que pedirla cuando tuviesen sed o un poco de hambre.

En la primera etapa no teníamos mucha prisa por llegar, apenas se hace en 3-4 horas. Dejamos el coche debajo de la presa del Lac de Bious-Artigues (Gabas), y empezamos a andar a las doce, en el sentido contrario a las agujas del reloj. Había mucha gente ese día por la montaña, era el puente de la fiesta nacional de Francia, así que nos cruzábamos constantemente con niños y adultos, durante la ascensión al refugio de Ayous. 
La ruta se inicia subiendo las aguas que llenan el embalse, por una pista de tierra que según se empina se convierte en cemento rayado dada su inclinación. Al llegar a una planicie, donde pastan caballos y vacas, se inicia la senda por el bosque. Justo antes de cruzarlo, paramos a comer aprovechando las ultimas sombras de las majestuosas hayas. Desde allí tan solo quedaban un par de repechos que son los saltos de agua entre lago y lago y otros tantos llaneos en las orillas de estos. El calor apretaba fuerte, y había que parar a refrescarse en las cascadas. Cuando nos quisimos dar cuenta ya veíamos el refugio en lo alto de una colina. A sus pies, el gran lago de Ayous.

Eran las cuatro de la tarde cuando llegamos y ese rato, hasta la cena, lo pasamos en la orilla bañándonos rodeados de caballos salvajes con el midi al fondo. El ocaso solar es digno de ver, poco a poco este gran monte se va tornando rojizo.
Durante la cena conocimos nuevos compañeros de viaje. Al día siguiente recorrimos con Daniel y su padre toda la etapa.
El segundo día del trekking se esperaba largo, así que hacía falta salir pronto para pillar menos horas de calor. Así, a las nueve, estábamos en marcha ascendiendo al lac Bersau y al coll de Castérau. Esta pequeña subida al lado del riachuelo y de los pequeños lagos que vas encontrando se hace cómoda. Una vez se pasa el collado se desciende hasta el valle principal. Durante la bajada nos entretuvimos con una juguetona marmota y un rebaño de ovejas con cuernos. Tras cruzar el rio hay que afrontar la segunda cuesta. 





Este ascenso al collado del Peyreget, tiene cerca de 700m de desnivel positivo y además empieza en una rampa verdaderamente pina. Lo sorprendente es que en las zonas pinas y complicadas los chicos disfrutaban, lo que se les atascó en algún momento eran las zonas mas llanas y fáciles, era el momento de oir la pregunta “¿cuando llegaaamos?”. Justo en uno de esos momentos apareció un lago que nos salvó de la debacle. Parada, bañito, pequeño bocado y a continuar. En el ibon del peyreget es donde el camino se bifurca, o sigues hacia el collado del mismo nombre para lo cual hay que atravesar una zona de bloques graníticos pertenecientes a una morrena glaciar o coges un camino que va rodeando el pico ascendiendo poco a poco y descendiendo de la misma manera, pero que es bastante mas largo. Nosotros optamos por hacer “la cabrita” y saltar de piedra en piedra. Mucho mas lento, pero mucho mas gratificante. También se puede ir rodeando el Peireguet, siendo un camino mucho mas fácil.

Desde el collado podíamos contemplar la inmensidad de lo recorrido ese día hasta ese momento. ¡No se lo podían creer! Apenas se veía a lo lejos el Refugio de Ayous, desde el que habíamos partido unas horas antes. Dandonos la vuelta, hacia el otro lado, justo debajo de nosotros veíamos el refugio de Pombie, a no mas de media hora.
De repente, una voz nos llama. - ¡Pero Luis, Aranzta!¡Si sois vosotros, con los niños!. Unos amigos de Guadalajara que estaban dando la vuelta en un día, se sorprenden de vernos por allí con los chicos. En los lugares más insospechados te encuentras con gente conocida. Charlamos un rato y continuamos cada uno hacia su camino.
Ya en el lago de Pombie, hicimos amago de meternos al agua, pero fue solo amago, de lo fría que estaba. La tarde la pasamos jugando a las cartas y haciendo nuevos amigos.
Allí en el refugio coincidimos con una familia con tres niños. A pesar del poco rato que estuvimos con ellos hicieron buenas migas con los nuestros, y se dedicaron al lanzamiento de ranas en el lago durante horas.





La cena en el ref. de Pombie es digna de mención, como siempre, desde que están estos guardas. Las distintas veces que he ido por allí nos han dado de cenar espectacularmente.
A la mañana siguiente se hizo difícil la despedida de nuestros amigos de viaje, y eso que tan solo habíamos coincidido un día con ellos. Ya cada uno seguía un camino diferente. Ya solo nos quedaba una pequeña travesía por bloque, sin apenas ascenso al coll de Souzon y luego un largo descenso hasta el lago de Bious-Artigues. Durante la bajada tuvimos un pequeño percance, con caída y raspadura, que no fue nada, pero nos dío pie a jugar un rato como si estuviéramos muy cojos y no pudiésemos andar. 


Al poco de entrar en el bosque, y en un momento que Gala se había quedado atrás se empezó a oir un ruido como si cayese una piedra, a toda velocidad, por la pendiente. Venía hacia nosotros como un rallo, pero no era una piedra, eran dos sarrios bajando. Atravesaron el camino varias veces. Este cigzagueaba debido a la pendiente, pero ellos bajaban en línea recta. Desaparecieron a tal velocidad que si no lo huviese visto no me lo creería. Fue algo espectacular, como en los documentales cuando ves correr a una leona detrás de las gacelas, pero en este caso sin leona. El corazón se nos puso a cien del susto que nos dieron, aunque después, cuando te calmas,  te das cuenta de lo difícil que es ver, tan cerca, en la naturaleza a estos animales.
Lo que quedó de descenso hasta el coche lo disfrutamos correteando, emulando a nuestros ídolos del trail.



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