La cena se tornó coloreada en “El curry verde” de
Hondarribia. Excelente comida vegetariana, con un trato exquisito. No puedo mas
que agradecerles que nos hicieran un hueco en su cuco comedor y por supuesto
que nos dieran de cenar tan bien, a pesar de tener el restaurante lleno.
Del gris oscuro al azul intenso, pasando por todas las
tonalidades de los blancos en las nubes, es como pudimos observar el cielo
durante el sábado. Todo ello, desde el amanecer tormentoso que nos amenazaba
nada mas levantarnos, hasta la llegada en un medio día con el sol radiante.
Todos, los cuatro, íbamos completamente uniformados de
colores Raidlight. Luisma, recientemente incorporado al team, desde los pies a
la cabeza… Pantalón tráiler y performer verde. Juanra y su negro wintertrail a
ratos cubierto con otro verde top-extreme. Arantza, con sus florecillas en el
color coral de la performer y el negro del easy trail malla-pantalon. Y yo, de
escrupuloso blanco, negro y rojo de la gama ultralight con manguitos y a ratos
tapado con la raidshell. Para transportar la bebida, la elección fue una
riñonera 1000/45º y dos olmos 5 y 12. En cuanto a las zapatillas no hubo acuerdo…
raidlight, mizuno, asics y la sportiva respectivamente.
El gris de la rampa de cemento inicial de la ciudad de San
Sebastian, tenía unas escaleras nada despreciables para poder entrenar el ultra de Madeira. El marrón de las sendas del monte Ulia se habria paso bajo nuestros pies. Lugar donde el bosque
de pinos se mezcla con los robles en continuos subeybajas. En algunos tramos se
dejan ver losas de piedra que probablemente lleven siglos allí marcando el
camino y en su linde, helechos que en este momento están tostados pero que
probablemente en la primavera y el verano estén frondosos. Algún madroño deja caer sus canicas rojas sobre nuestros pies.
Casi sin darnos
cuenta hemos atravesado el monte Mendiola y llegamos a la boca de la bahía de Pasaia
descendiendo de nuevo por escarpadas escaleras.
Pasajes de San Pedro y San Juan. Una misma población partida por una lengua de agua que hace que
el enfrentamiento naturalmente humano se transforme en deportividad sobre las traineras. Las dos de blanco inmaculado perfilado por
maderas multicolores (granates, verdes y azules principalmente).
Cruzamos sobre
la Txalupa en un santiamén, "0,70euros con el iva incluido".
De repente nos encontramos con una “muralla” de caliza llena
de oquedades y algún pasamanos, la cual seguimos a sus pies por una culebreante senda. No
son pasos difíciles, aunque si requieren atención.
Desde arriba, unos animales de la especie caprina nos vigilan. Nos dan el alto y nos piden el salvoconducto para dejarnos
pasar. KOLOREAK….les contestamos.
Como en un salto en el tiempo nos encontramos con unos
prados que nos trasladan a la campiña francesa. En solo un abrir y cerrar de ojos
volvemos al bosque de roble y pinos.
El Jaizquibel nos espera con sus torres
vigía. En la primera que encontramos, es donde Luisma nos abandona. No por hartarse de nosotros, sino por obligaciones varias. Primero, lo ascendemos casi hasta su cima y posteriormente, con un descenso largo, de nuevo llegamos hasta la costa.
El mar, por fin, a nuestros pies otra vez. Tenía un azul
especial, olas grandes y mucha espuma. Rompe contra la costa en unos pequeños
acantilados que van conformando pequeñas calas a la irlandesa.
Cerca del cabo
Biosnar, el viento ha esculpido y modelado la roca arenisca creando formas increíblemente
caprichosas. Tienen un colorido amarillento que contrasta enormemente con los verdes
prados donde comparten los pastos ovejas y caballos. Los pasos de agua son
constantes ya que el Jaizquibel hace de deposito, manando esta por multitud de
sitios.
Artzuportu, una ensenada de cantos rodados que históricamente
fue fondeadero de contrabandistas, fue el punto donde decidimos ascender hacia
la ermita de Guadalupe. De repente nos sentimos coalas. Estábamos rodeados de
un bosque de Bambú….Si, si. No estoy loco. Era un bosque de Bambú, y no fue el único
que vimos. Jamás habíamos visto este espectáculo de la naturaleza. ¡Que
frondosidad!, apenas entra luz entre las cañas.
Ya van 25km y las piernas lo
notan en cuanto se hace cuesta arriba. Una senda bastante pina nos lleva a un
castañar donde apenas quedan hojas en sus ramas, y dejándonos a nuestros pies una
alfombra de hojas ocres, continuamos nuestro camino.
Guadalupe era la cima a alcanzar. Pronto lo hicimos.
Durante el descenso a Hondarribia encontramos otro par de bosques de bambú. Este descenso ya tiene poco interés salvo por terminar la jornada.
El agua se echaba en falta y las ganas por llegar agudizaba la sed.
Y por fin la muralla de la ciudad medieval. Cinco horas de colores sensacionales durante 30km y 1200m+.
Terminamos como empezamos...comiendo. Una chuleta de vaca vieja de kilo, nos comimos Juanra y yo.
...........No se, yo diria que es el recorrido mas bonito que he hecho nunca corriendo. No es necesario subir grandes desniveles ni correr durante cientos de kilometros para ver autenticas maravillas en una única etapa. Simplemente hay que rodearse de amigos, buscar un lugar mágico y dejarse llevar por lo que te pide el cuerpo.
...........Mención especial tiene Arantza. Ha sido su recorrido mas largo de una tirada. La distancia mas larga que había hecho hasta entonces eran 23 km y a pesar de la larga lesión en la rodilla fue como si de una distancia normal y habitual para ella se tratase.
...........el video lo podreis disfrutar proximamente.
...........Gracias Luisma, por mandarme el articulo que me contaste mientras corriamos "Ulia por los caminos de Josetxo".
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Que envídia, socio!!!
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