"Caminante no hay camino, se hace camino al andar"

"Caminante no hay camino, se hace camino al andar"

si vas corriendo, más camino andarás.

sábado, 14 de julio de 2012

COLOMINA-ESTANY LLONG. CARROS DE FOC.

Miércoles 4 Julio.
Nos despertamos pronto, pues nos habían dicho que el desayuno era a las siete en punto. ¡qué gracioso el guarda! Cuando le pedimos nuestra ración de café con leche, nos dice que si no hay sitio libre en el comedor, que nos esperemos. Nos preguntábamos ¿Y entonces porque dice que es a en punto? Si el refugio está a rebosar de gente, pues tendrán que adaptar las normas al espacio disponible. ¿Digo yo, no?.

Salimos hacia Estany Llong, tras los pasos de un trio, con los que acabamos entablando amistad al coincidir dos días seguidos con ellos. Esta etapa es corta, y nos la tomamos con mucha calma, y con muchas risas. Primero se va sobre las ruinas de una via ferrea estrecha, mas allá se sube un pequeño collado y luego una larga travesia pasando por unos cuantos lagos. Casi todo el rato viendo la subida del día siguiente.
Llegamos a eso de las doce de la mañana. Esto te permite tener toda la tarde para echarte una siesta por el campo, compartirla charlando y darte un paseito por el Estany, incluso llegar a la conclusión, una vez mas, que el mundo es un pañuelo. Resulta que una de las chicas del trio, trabaja en Barcelona con un chico de Guada que también corre y conocemos.

Por la tarde llegaron también nuestros amigos del Amitges, notablemente cansados del paso por el Contraix. Luego, tras la cena estuvimos intercambiando impresiones del recorrido, los refugios, los rincones mágicos, y los puntos conflictivos.

Al refugio, lo único que le falta es una zona para dejar cómodamente las mochilas. Sobre todo si, como ocurrió, se llena. El comedor que es bastante grande, a ciertas horas, no daba de si, con tanta gente hurgando en las mochilas. No quiero ni saber como se pone cuando llueve y además está lleno. Una de las cosas interesantes, que en otros se echa en falta, son las cuerdas para tender que tiene en sus alrededores.

En la cena nos tocó al lado un hombrecillo peculiar que no comía nada, lo que hizo que nos pusiéramos morados, y eso que no habíamos gastado nada de energía.

A pesar de la cantidad de gente que dormimos juntos y de la tormenta que no paraba de tronar, yo descansé, y por primera vez en el viaje no tuve calor durante la noche. Al despertar el salón-comedor se convirtió en un maremagnum de gente, culos, calzones, piernas, bolsas, etc… todo ello se recogió cuando abrieron la ventana del desayuno.

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