Todas las carreras que he corrido en Euskalherria me han parecido fantásticas. Cada una ha sido diferente pero todas son de las que te dejan poso. Allí corrí mi primera carrera de montaña, Pagoeta Mendi Lasterketa. La G2H fue mi primer ultra y eso marca, seguro que algún día volveré. Los diez montes de vitoria me pusieron en mi sitio, y aunque conseguí plaza para correr Hiru, renuncié por miedo a los 100km. No me veía preparado mentalmente para afrontarlos. Este año me he plantado en Leitza un poco de rebote, no porque no tuviese pensado ir, sino de la forma en que lo he hecho (sin entrenar), pero quizás es la que mas he disfrutado.
Llevamos unos años quedando a correr un ultra, unos cuantos amigos de diferentes lugares y este año habíamos decidido vernos el Leitza. Por diferentes motivos dos de ellos, no nos han podido acompañar en este fin de semana. Una pena, pero así es la vida.
Yo, a pesar de la lesión que me ha dejado parado casi todo el año, decidí ir. Primero, para disfrutar de la compañía de los amigos que allí nos veríamos y lo segundo para correrla e intentar llegar lo mas lejos posible, pero disfrutandola. Una cosa tenía clara, no iba a llegar a cualquier precio, no iba a soportar un sufrimiento absurdo que en otras ocasiones merecen la pena, pero cuando tienes claro que vas sin preparación no es bueno llevar a esos extremos a la mente.
Así que me planté en Leitza el viernes al medio día después de haber ido a ver el Txindoki, para que me diese las fuerzas suficientes que me permitiesen llegar al menos a Lekumberri 45km. Nada mas instalarme me solicitan en la plaza, para tomar algo... el gran Luisma está por ahí buscándome.... habrá que intercambiar impresiones de cosillas del trail y aventurillas. Pero lo mas importante es la previsión meteorológica y el material obligatorio, que dependerá de esta. Finalmente dicen que puede llover pero no será excesivo ni con muchísimo frio, así que solo piden cortavientos y buff. Todo lo demás es a elección propia.
Me dan las siete y media y me voy al Cinema a ver la charla de Jokin Lizeaga. Es un tipo que sigo lo que puedo (no se prodiga en las redes sociales), y todo lo que le he oído en entrevistas varias me ha gustado. La pena, para mi, es que la dió en euskera, y yo no paso de entender cuatro cosas (oso ondo, aupa neska, lagunak, lasterketa, bidegorri y multitud de chorradas del estilo chokolatinak handitugu), así que cuando llegó Juanra me salí. Seguro que era interesante pero salvo alguna palabra suelta no entendí nada (así que si alguno le conoceís, le comentais que me quedé con las ganas de que me de una charla en castellano).
La anécdota: Antes de empezar la charla, estaba yo dibujando y unos chavales me rodearon y me preguntaron de donde era y si era bueno....jajaja, de Guadalajara y no, no voy a ganar, les contesté....Y eso donde está? en Alava, en Vizkaya? me decían con acento euskaldun cerrado.... Un poco mas al sur, cerca de Madrid, les tuve que explicar.....
Pero si sabían qué monte estaba dibujando, el Txindoki lo identificó uno.
El Material: Finalmente correré con la ultralight de raidlight y pantalón corto. No dan mucha lluvia y en la mochila meteré los manguitos, guantes, el impermeable, el buff, y dudé si camiseta de manga larga por si mi retirada la hacía en zonas altas, pero finalmente no la metí. Por supuesto con bastones y de comida un par de geles, gominolas y unas bolsas con polvos para hacer alimento líquido. Pero vamos, que por falta de avituallamientos no iba a ser el abandono. La mochila elegida era la nueva responsiv 8l tuneada. Y lo mas importante, las zapatillas elegidas eran las inov8 rocklite 285 que estaba seguro que su taqueado me iba a venir bien en las zonas embarradas, aunque escaseasen de amortiguación.
La carrera: Se dió la salida y apenas llevábamos unos minutos por el redil. Nada de concentración previa. Casi sin darme cuenta estaba en el km diez y empezaba una bajada, que sin recordarla muy bien tengo claro que en lo único que pensaba era en no machacarme las piernas. Cuando me quise dar cuenta estábamos empezando a subir el Km vertical. Paré un poco en el avituallamiento y empecé a afrontarlo con calma, solo queria no desfondarme y casi lo conseguí, me sobraron los últimos cien metros que me dejaron fundido. Subiendo había empezado a llover y me puse el impermeable, mas que nada por si en la cima hacía frío. Pero no fue el caso. No se si me deshidraté un poco o que, pero estuve un poco grogui hasta que llegue al avituallamiento. En ese momento decidí que que retiraría como muy tarde en el 45km, siempre y cuando me recuperase de la flojera. En ninguno me entretuve mucho, comía un poco mientras cargaba los soft y en marcha de nuevo, recuerdo que en este me comí 1/2 sandwich de jamon y queso.
Después hay un breve descenso que me vino de miedo para recuperarme y afrontar la siguiente subida, que termina en el 32km. Esta no es muy dura ni larga y me junté con unos cuantos que me llevaron a buen ritmo. En un momento que intenté apretar un poco me empezaron los calambres en los gemelos. Es una cosa que nunca me había pasado y empecé a tomarme en serio el tema del agua y las sales, primero disueltas y después a palo seco para ver si revertía la situación. Cima y de nuevo avituallamiento. Plátanos, acuarius y a seguir. Mi objetivo ya casi estaba conseguido. 13km de descenso con un avituallamiento en medio y estaría en Lekumberri (zona donde podrían estar amigos o conocidos y con fácil acceso a Leitza para retirarme contento), así que el descenso lo iba a hacer fuerte. Y la cosa funcionó, empecé a bajar por un bosque absolutamente embarrado donde la gente iba deslizándose y yo pasaba por donde podía corriendo sin ningún problema. En ese momento pensaba en el acierto de las zapas y en disfrutar de la velocidad a la que podía bajar con seguridad, al contrario que los demás que veía que iban sufriendo de lo lindo. sería una hora y pico de autentico disfrute, ya no me acordaba ni de los calambres, ni del agotamiento de la cima ni de retirarme en Lecumberri. No había sufrido y quería llegar a Leitza.
Después hay un breve descenso que me vino de miedo para recuperarme y afrontar la siguiente subida, que termina en el 32km. Esta no es muy dura ni larga y me junté con unos cuantos que me llevaron a buen ritmo. En un momento que intenté apretar un poco me empezaron los calambres en los gemelos. Es una cosa que nunca me había pasado y empecé a tomarme en serio el tema del agua y las sales, primero disueltas y después a palo seco para ver si revertía la situación. Cima y de nuevo avituallamiento. Plátanos, acuarius y a seguir. Mi objetivo ya casi estaba conseguido. 13km de descenso con un avituallamiento en medio y estaría en Lekumberri (zona donde podrían estar amigos o conocidos y con fácil acceso a Leitza para retirarme contento), así que el descenso lo iba a hacer fuerte. Y la cosa funcionó, empecé a bajar por un bosque absolutamente embarrado donde la gente iba deslizándose y yo pasaba por donde podía corriendo sin ningún problema. En ese momento pensaba en el acierto de las zapas y en disfrutar de la velocidad a la que podía bajar con seguridad, al contrario que los demás que veía que iban sufriendo de lo lindo. sería una hora y pico de autentico disfrute, ya no me acordaba ni de los calambres, ni del agotamiento de la cima ni de retirarme en Lecumberri. No había sufrido y quería llegar a Leitza.
En el 45km hay un avituallamiento de los grandes, con pasta y todo tipo de bebidas y comida. Aquí me llegué a sentar en una silla a comerme un plato de pasta, o mas bien engullir, y beber una lata de coca-cola, pero tampoco me entretuve mas de la cuenta para salir de nuevo a la carrera y encontrarme con los ánimos de Aitzol y Miren.
Ya solo me quedan tres horas, y si se nos da bien, algo menos. En esos momentos hay que pensar en algo y tres horas no me asustaban con el estado de animo en el que me encontraba. Una subida y una bajada que, ni la subida es subida todo el rato, ni la bajada es bajada todo el rato. Es un terreno de guerrilla, de llegar fuerte, entrenado y avanzar rápido, pero eso, yo no lo tenía. A mi solo me quedaba andar mucho y correr poco y solo cuando fuese mas o menos llano. Cuando picaba para arriba, de nuevo se me acalambraban las piernas, pero ahora eran los abductores. Eso es mas jodido que los gemelos, y otra vez a tirar de pastillas de sales y beber hasta tener la tripa como un botijo. Me pasaba la gente poco a poco pero no desesperaba, en las cuestas abajo conseguía enlazar de nuevo. Ya el final de la cuesta se me atravesó. En las zonas muy pinas sufro y me desfondo, la falta de entrenamiento en montaña se nota. Cuando hice cima resoplé y me dije....ya solo bajar, pero no. Igual que en esa subida hay bajadas, en la bajada a Leitza hay subidas, no se cuantas, pero cuatro o cinco claras y muchos tramos que no se sabe si suben o bajan. Y esto yo no lo sabía, y cuando no sabes estas cosas desesperan un poco. Nada mas coronar el alto hay una pendiente muy pina de hierba que hace que note una ampolla en la planta, Ufff ¡como se calienta la jodida cuando bajas! no me dejaba correr cuesta abajo al principio, pero me até bien las zapas para que se moviese menos el pie y algo de alivio encuentras. No se lo que me duró el mal rollo con la ampolla, parecen horas pero son minutos. De repente me vi corriendo y con animo de ir pillando a todos los que me habian dejado subiendo. La niebla no dejaba ver ni dos banderas a pesar de que habia para marcar dos carreras en vez de una. Hubo un rato que llegué a contar una bandera cada diez pasos, pero tambien es cierto que la niebla estaba ahí. Por si no lo he dicho, el marcaje....brutal.
Me había quedado en el descenso, que no es tal hasta que no faltan 6 kilómetros a meta. La verdad es que el perfil esta muy bien hecho. Al final en esa sierra de continuos sube y bajas la gente se atascaba y yo pasaba bien. Me empezaba a encontrar cada vez mejor, y otra vez me venían esas sensaciones tan buenas del largo descenso a Lekumberri. Tanto es así que ni paré en el avituallamiento del 60km, yo seguía a lo mio...bajar rápido y las pequeñas subidas hacerlas andando para no calentarme las piernas. De repente, apareció uno por detrás y me animé a seguirle. Otro puntito mas que metía al descenso y junto a el recuerdo que afrontamos el último repecho. Alguien nos había dicho que solo quedaba uno, de roca y duro. De nuevo a bajar por praderas pinas de hierba como púas que no sabes ni como se puede sujetar la vegetación. Me costaba seguirle pero no quería que se me fuese así que arriesgaba en las zonas de barro y me plantaba detrás de el de nuevo, hasta que por fin llegamos a un camino que estaba claro que eran los últimos kilómetros. Ya estamos, aunque no se ve el pueblo, tan solo unas eses con gente a lo lejos...esta es mi posición final y no voy a apretar mas, pensé. Pero a falta de tres kilómetros a meta hay un avituallamiento y mi compañero de descenso se para, y yo sigo. Sin darme cuenta voy aumentando la velocidad en un terreno muy corrible y de repente un pelotón de cinco espaciados.... en un momento les paso. ¡Las sensaciones son de fuerza y estamos en el 67km! ....ya está el pueblo y la recta de meta abarrotada, como siempre en Euskadi. Saludo a todos los niños que puedo, busco a los chavales del dia de antes para que entren conmigo en meta, pero no les veo y llego exhausto de los últimos tres kilómetros a tope.
9h38min 06seg
Me había quedado en el descenso, que no es tal hasta que no faltan 6 kilómetros a meta. La verdad es que el perfil esta muy bien hecho. Al final en esa sierra de continuos sube y bajas la gente se atascaba y yo pasaba bien. Me empezaba a encontrar cada vez mejor, y otra vez me venían esas sensaciones tan buenas del largo descenso a Lekumberri. Tanto es así que ni paré en el avituallamiento del 60km, yo seguía a lo mio...bajar rápido y las pequeñas subidas hacerlas andando para no calentarme las piernas. De repente, apareció uno por detrás y me animé a seguirle. Otro puntito mas que metía al descenso y junto a el recuerdo que afrontamos el último repecho. Alguien nos había dicho que solo quedaba uno, de roca y duro. De nuevo a bajar por praderas pinas de hierba como púas que no sabes ni como se puede sujetar la vegetación. Me costaba seguirle pero no quería que se me fuese así que arriesgaba en las zonas de barro y me plantaba detrás de el de nuevo, hasta que por fin llegamos a un camino que estaba claro que eran los últimos kilómetros. Ya estamos, aunque no se ve el pueblo, tan solo unas eses con gente a lo lejos...esta es mi posición final y no voy a apretar mas, pensé. Pero a falta de tres kilómetros a meta hay un avituallamiento y mi compañero de descenso se para, y yo sigo. Sin darme cuenta voy aumentando la velocidad en un terreno muy corrible y de repente un pelotón de cinco espaciados.... en un momento les paso. ¡Las sensaciones son de fuerza y estamos en el 67km! ....ya está el pueblo y la recta de meta abarrotada, como siempre en Euskadi. Saludo a todos los niños que puedo, busco a los chavales del dia de antes para que entren conmigo en meta, pero no les veo y llego exhausto de los últimos tres kilómetros a tope.
9h38min 06seg
Las sensaciones que se sienten durante un ultra son la hostia, aumentadas por momentos. Cuando estas cansado parece que no puedes mas y sin embargo, continúas y de repente eres el hombre mas fuerte del mundo. Los dolores van y vienen sin sentido. Las emociones te generan estados de ánimo indescriptibles. Está claro que esto engancha.
Poco a poco vamos completando los ocho apellidos vascos.
Por cierto, todas las fotos por la patilla hechas por festak y por Gorka Larrinaga. Eskerri kasko.
Por cierto, todas las fotos por la patilla hechas por festak y por Gorka Larrinaga. Eskerri kasko.
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