"Caminante no hay camino, se hace camino al andar"

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si vas corriendo, más camino andarás.

miércoles, 1 de agosto de 2012

MARATÓN TRAIL DEL ANETO.

Y por fin las dudas se disiparon. Mi estado de forma era bueno, o eso creo, por el resultado que no era el esperado, sino mucho mejor.

Al final me fui muy bien acompañado por mis chicas, pero empezaré por el principio.

Benasque, para mi, es un sitio especial. No es donde me inicié en la montaña, pero si donde me emancipé, junto con los amigos. Con lo que me trae siempre muy buenos recuerdos. Allí es donde el año pasado quisimos iniciarles a nuestros hijos en el bello arte de disfrutar de lo importante, la libertad que te dan las montañas. De casualidad coincidimos con el Trail del Aneto y al ver lo bonito y emocionante de la llegada de los corredores me dije “esto lo tengo que hacer yo”. Son sensaciones que se tienen.

El Maratón no es un gran reto, pero si lo suficiente para sufrir un montón de horas y para iniciarme en la ultradistancia. No es cuestión de plantearse algo, y fracasar a la primera. Hay ciertos pasos que creo que hay que ir superando.

Por la mañana nos fuimos a ver la salida de las Dos caras 68KM para ir cogiendo emociones. Los nervios empezaban a aflorar, y tras un almuerzo a las 11.30 breve de un bocata de tortilla francesa y una cocacola nos fuimos a por los dorsales. A pesar de la cantidad de personas entregándolos se hizo un poco pesado.

La mochila, era prestada, ya que la mía unas semanas antes me había rozado en un entreno no muy largo, y la descarté. Esta no la había probado. Ya sé que no se hacen estas cosas, pero algún margen a la improvisación hay que dejar. Repasé la lista de material obligatorio y lo fui metiendo metódicamente. Finalmente dejé los manguitos y me puse el pantalón trail de Raidlight, llevando las mallas en la mochila, como material obligatorio.

Antes de la salida, acompañé con una cervecita, a mis chicas en su comida. Había que hidratarse bien, y rellené el camellbag con isostar y el bote con agua.

En la salida el ambiente es fantástico, me encuentré con Alfonso, un compañero del team raidlight, y tras charlar con él decido seguirle hasta donde llegue. Ya tengo ganas de correr. Hay poco miedo y mucha alegría. El spiquer de lo mejor. Empieza la cuenta atrás y pummm explota el cohete.

Por las calles de Benasque ya nos damos cuenta que estamos mal situados, muy atrás. Y empezamos a remontar posiciones hasta que nos acoplamos en un grupo, que iremos, mas o menos juntos hasta la Senarta (primer control en tan solo media hora y en el que no veo a mis chicas). En cuanto se empina mas de la cuenta, yo ando, dejando que se me vayan un poco, y apretando algo en las bajadas para enlazar de nuevo.

Tras unos llanos y un amago de perdida en un cruce, por fin se empina la pista por la que transitamos. Está claro que empieza la primera tachuela a los baños del hospital, y llevamos casi una hora. Es el momento del primer gel y de ir mirando donde coger agua de vuelta. En una de las rampas Alfonso se queda un poco atrás, pero yo no le doy mayor importancia. El grupo se iba disgregando poco a poco. Ya no le vería en lo que quedaba de carrera.

De uno en uno nos adentramos en una senda por un canchal que atravesaba varios arroyos con abundante agua. Marqué un waypoint en el disco duro de la materia gris y a seguir ascendiendo por la senda que más tarde salía a una carretera con muchas curvas en eses.
Por la carretera que es ya sé que estamos cerca del segundo control 1h05min. Ahorrando esfuerzos subo andando. “Pues no queda tela…” pienso. PAAAAPÁÁÁÁ dicen a lo lejos. Voz que identifico rápidamente. “Está claro quién es su padre” digo yo en voz alta. A lo que todo el público congregado en ese punto responde animándome Papaá-papaá-papaá con ritmo de palmas y aplausos.

De nuevo otra senda y mas canchal. Una media ladera que asciende poco a poco y mas tarde desciende por un pinar bien chulo. De vez en cuando, le doy un bocado a un powerbar que no entra ni p´atrás. En ese tramo desgasto poco. Ando y corro, ando y corro, y poco a poco voy pasando gente. Justo antes de llegar al tercer control hay un descenso más técnico, que se me da bien y acorto distancias con un grupo de tres que me precede. Mi objetivo es engancharles y ascender la picada con ellos.

Por los llanos del Hospital les engancho. La gente no anima y les incito “¿Qué pasa, no animáis? Han pasado veinte y…¿ya os habéis cansado?”yo con la coña. Uno me responde, “ alguno más de veinte” todo serio. Yo me lo creo.

Trotamos a buen ritmo y no veo el momento de llenar el bote de agua. Justo en el último momento me paro, me doy un buen trago y lleno el bote. Con esto y con lo que me quede en el Camell tengo que hacerme la subida al puerto de la picada y el descenso hasta este punto, ya que no hay agua más arriba.

Esta zona la conozco a la perfección, la he recorrido en invierno con los skis de fondo un montón de veces, con los de travesía las veces que hemos hecho el Aneto en invierno, con los niños dando un paseo, mas las ascensiones al Aneto en verano. Vamos, que sabía el punto exacto donde termina el agua y el sitio donde tomarme el segundo gel, unas praderas tras el repecho donde finalizan los llanos.

El puerto lo empecé poco a poco, sin cebarme, y de repente, como las espinacas de Popeye, el gel entró en acción. Me vi cazando gente. Uno, otro, con este me quedo un poco que va a mi ritmo… uno que nos adelanta, otro que se sienta. Allí cada uno hace lo que puede.

Ya habíamos ascendido mucho y aparece el primero de vuelta. Miro el reloj, 2h30 y… al cuarto o al quinto le preguntamos ¿queda mucho para el collado?-Nada, cinco minutos- nos responde. Cuento la gente que me voy cruzando pero me pierdo pronto, ya no sé si van doce o veinte, más mi grupo de cuatro, “pues eso, entre los treinta primeros” pienso en el collado 2h41min.

El descenso de la picada se me hace horrible, cruzándote gente todo el rato por esa senda pequeña. Pidiendo y cediendo paso constantemente. Atrochando por donde puedes para cruzarte con la menos gente posible, pero nada, es un sin vivir en la parte más pina. Cuando ya se hace llano, molesta menos, pero en esa parte pina, llega a ser desagradable. Cerca de los llanos de nuevo me doy un par de tropezones tontos. “Momento gel” pienso, vas cieguito y no te das cuenta. Ya no reaccionas igual a las piedras y raíces pequeñas. Me lo tomo, me acabo el agua del bote y lo preparo con isostar según corro para llenarlo en cuanto llegue al agua. Sé que está aquí al lado, como mucho cinco minutos.

No veo a nadie por delante, ni por detrás, simplemente me voy cruzando corredores de las dos caras del aneto. En el punto de control de los llanos, ahora si que animan un montón. Incluso me llego a emocionar.

Pufff, que duro, toca subir de nuevo. No es mucho, pero como una china en el zapato, se te puede atravesar. A mí se me hizo corta. Cuando me quise dar cuenta, estaba en el bosque. En un descenso se me encendió un piloto de alerta (los pezones pican, ponía en el manual). Probé a ponerme un poco de la venda elástica obligatoria pero nada, no pegaba con el sudor. Así, que opté por vendarme el cuerpo entero con dos vueltas cubriéndome los pezones y aguantó bien. En esas lides me adelanto un Guiputxi de Ibarra, al que me enganché como una lapa. Juntos recorrimos el bosque y dimos caza a un grupo de cuatro. En cuanto pudimos, y justo antes de los canchales les pedimos paso. Ese tramo lo hicimos fuerte, llegamos en un santiamén al control de los baños. Solo quedaban 12 km. Bajando la carretera le comenté que en cuanto viese agua yo paraba a coger. “Yo estoy por parar aquí” me dijo, indicándome un sitio que caían tres gotas. -Déjate, que no muy lejos, como mucho cinco minutos, hay un par de arroyos buenos- le dije. Y me siguió. No habían pasado más de dos minutos y ahí estaba mi waypoint. Yo me di un trago y llené el bote. El me dijo- tira, tira, lleno el Camell y te cojo.-

Es una zona que subiendo había visto unas cuantas fuentes y arroyos con lo que no veía necesario parar a llenar el Camell, que aunque me quedaba algo estaba calentuzo. A partir de ahí fue la travesía del desierto, yo solo. No había nadie cerca por delante y por detrás tampoco les veía. De vez en cuando le daba un bocado al powerbar ese que tenía empezado, pero no se dejaba.

Mi pensamiento estaba en el tiempo que me quedaba. ”Solo cuarenta minutos” y cuesta abajo. ”venga, venga, que ya está hecho”. De la Senarta a Benasque fue muy duro mentalmente. No quieres parar pero estas molido.

En el puente de la carretera, al lado del camping, llamé a Arantza. “Ya estoy llegando-¿quée?-Que ya estoy llegando- ¿Ya?- si, ya. Yo había calculado seis horas y no habían pasado cinco. En la puerta del camping me dicen que voy el quince. No me lo creo, no puede ser, si no he pasado a tanta gente y además a mi me pasaron dos en el puerto bajando.

La recta entre el cruce de Cerler y Benasque fue eterna. LLebava a uno delante doscientos metros y a dos detrás otros doscientos. Llevas un cansancio que no puedes ni apretar mas, pero como te vas a dejar cazar ahora… De repente pasamos a uno que iba andando, cojeando ostensiblemente, y al llegar a Benasque me pasó a mí otro. No le di guerra. Habia bajado de las cinco horas y me parecía ya suficiente. Además ya lo había dado todo.




En la meta me estaban esperando Arantza y Gala. La ovación por la calle cuando pasas es fantástica. Crucé la meta con Gala, que corriendo disfruta más que yo todavía.

Ha sido emocionante, y menos duro de lo que me esperaba. Pensaba que llegaría arrastrándome y no. He llegado fundido pero sin arrastrarme. 4 horas 54 minutos 39 segundos

Otro si digo: La sensación respecto a la organización es un poco agridulce. Está muy bien organizada la prueba, pero el recorrido de las dos caras y del maratón no es el adecuado. Demasiada gente para ir y venir por la misma senda. Quizás, la vuelta al Aneto es la que haya que hacer.



2 comentarios:

  1. Enhorabuena Luis, gran carrera... No esperábamos menos de ti... Ya nos dirás tus próximos retos....
    Un abrazo,
    Dani

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  2. En principio el proximo reto es disfrutar de la playa. Que no haya levante... y luego ya veremos... la behobia habrá que hacerla... pero no es un reto.

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